Por Carlos Duguech

Para LA GACETA - TUCUMÁN

Sólo con leer la Carta de las Naciones Unidas (1945) ya se alcanza a comprender la dimensión humana necesaria para la convivencia pacífica. Las palabras iniciales expresan: “Nosotros los pueblos de las Naciones Unidas -resueltos a preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra que dos veces durante nuestra vida ha infligido a la Humanidad sufrimientos indecibles, hemos decidido aunar nuestros esfuerzos para realizar estos designios”. Conmovedoras, precisas palabras.

En su segundo año, 1947, la Asamblea General de la ONU (AG) trata sobre el informe de una comisión, la Unscop (por sus siglas en inglés) de representantes de once países miembros que propone un “Plan de partición” luego de evaluar el asunto “Palestina”, De resultas cobra realidad la Resolución 181 de Partición de Palestina. Un estado árabe y uno judío, prescribiendo para Jerusalén un corpus separatum de administración internacional (ONU) por diez años. La minoría bregaba por un estado federal judeo-palestino.
Se crean, en los papeles, dos estados. El lobby judío fue de una contundencia y amplitud destacable. El árabe no lo fue tanto. Se oponían a la partición. Tanto que, cuando Israel proclama su independencia como estado el 14 de mayo de 1948, es atacado por fuerzas militares de Siria, Egipto, Líbano, Jordania e Iraq.

Parca publicación

La ONU editó una publicación oficial de 110 páginas, “La cuestión de Palestina y las Naciones Unidas” (2001). En el capítulo “Primera guerra árabe-israelí, 1948-1949”, pág. 12, puede leerse: “Por otra parte, las hostilidades dieron lugar a una grave crisis humanitaria que entrañó el abandono de sus tierras por parte de 750.000 palestinos, quienes pasaron a ser refugiados.

Mientras las partes celebraban negociaciones, el Conde Bernadotte fue muerto a tiros el 17 de septiembre de 1948 en el sector de Jerusalén que se encontraba en poder de los judíos. A raíz de ello fue nombrado Mediador interino el estadounidense Ralph Bunche”. No más que esa referencia, como si nada.

Con tanto material incorporado a la edición analizada, que incluye mapas y resoluciones del Consejo de Seguridad (CS), resulta extraña la parquedad de la publicación respecto de un tema. Es de extrañar que el asesinato de un mediador de la ONU no mereciera un tratamiento acorde. ¡Un asesinato terrorista a cuatro meses de la Declaración de Independencia de Israel cometido en ese país! Autores: integrantes del grupo terrorista judío llamado Lehi lo ametrallaron desde un jeep del ejército israelí. También resultó muerto el coronel francés André Serot. El CS condenó el asesinato y responsabilizó al gobierno de Israel. Se supo posteriormente que el atentado fue planeado por Yehoshua Setler del grupo terrorista Lehi. Estaba respaldado por los principales líderes de la organización Yitsaac Shamir (después primer ministro), Israel Yeldad y Natan Yellin-Mor. Poco tiempo después el grupo fue desarticulado. Cuando la justicia declaró culpables a los intervinientes el primer ministro David Ben Gurión les otorgó el indulto.

Guerra de los seis días

Fue el 5 de junio de 1967. Se especuló con una información que daba cuenta de que habiendo Nasser, el presidente egipcio, pedido a la ONU que retire sus fuerzas de mantenimiento de la paz de la frontera desplegada desde 1957, al término de la crisis del canal de Suez, era para facilitar un ataque a Israel. Había conversaciones previas.

EEUU intervino para mediar en la cuestión logrando que Nasser se dispusiera a aceptar el arbitraje del Tribunal Internacional de Justicia. Aceptó, asimismo, enviar a su vicepresidente a Washington durante un fin de semana para explorar la posibilidad de un arreglo diplomático. Esa propuesta de reunión en la capital de EEUU no se concretó. Israel atacó (“guerra preventiva”) antes, incumpliendo una promesa al presidente Johnson.

Se sabe: esta guerra tuvo las características del trabajo minucioso de un cartógrafo. Es probable que ese faltazo a la reunión en Washington le haya dado letra a esa intención, planificada al detalle.

Reacciona la ONU

El CS, desde hace 78 años deja fluir el río de lo temporal y cerca de seis meses después dicta su resolución 242,  el 22 de noviembre de 1967. El punto 1: “Retiro de las fuerzas armadas israelíes de los territorios que ocuparon durante el reciente conflicto”. El gobierno de Israel, blandiendo banderas interpretativas del lenguaje sostenía que “la 242” no dice “de todos los territorios”. Y entre nosotros, los argentinos, el escritor Marcos Aguinis sostiene en sus publicaciones esa postura.

La guerra de Iom Kipur

El 6 de octubre de 1973, en la celebración de un día religioso para los judíos una coalición de Egipto y Siria lanzó un ataque por varios puntos. En cada uno de ellos los atacantes procuraban restituirse territorio antes ocupado militarmente por Israel. En la zona del Sinaí y en los Altos del Golán (ocupados en la de la Guerra de los seis días a Egipto y Siria). El 23 de octubre el CS dictó la resolución 338 instando al cese del fuego y una novedad que voltea toda interpretación demasiado sesgada de la resolución 24: la confirma, después de seis años.

Un cuarteto arrogante

Creado en Madrid por la ONU en 2002 incorpora estos integrantes: Rusia, EEUU (guerra destructiva y mentirosa a Irak, en 2003) más la UE (Unión Europea) representada por Tony Blair, que con Bush y Aznar mintieron para atacar a Irak. Los antecedentes de esos dos países echan por tierra toda expectativa de una acción en favor de lo que pregonaban. Nada hicieron por “los dos estados”.

Oportunidad perdida

El 15 de setiembre de 1988 se declaró en Argel, en el exilio, la independencia de Palestina que fuera reconocida por 94 países. Refería que el plan de partición (Res. 181 de la ONU) otorgaba la legitimidad de soberanía, del mismo modo que en la declaración de independencia de Israel ése era también un argumento fundamental.

Palestina explícitamente se sometía a las normas de la ONU. En la extensa Declaración de Independencia se menciona siete veces a Naciones Unidas. En la de Israel, también, siete veces.

Israel en la ONU

El 11 de mayo de 1949 Israel es aceptado como miembro pleno de ONU expresando en la nota de petición cumplir con la Carta de la organización internacional y con sus resoluciones. Sin embargo Israel es uno de los estados miembros que más resoluciones del CS ha incumplido.        

Qué es Hamas

Ante los terribles ataques terroristas de Hamas es necesario expresar que no representa al pueblo palestino. No aboga por un estado como el que pretende la ANP (Autoridad Nacional Palestina). Sí lucha por un estado islámico en toda Palestina, incluido el territorio israelí, rememorando un “otomanismo”, y que excluya para siempre a los judíos. No tiene vallas ni éticas ni humanitarias. Todos los que son infieles (no islámicos como ellos) pueden pagar con su vida. Y los judíos para los fundamentalistas de Hamas son despreciables. Hamas no reivindica el derecho palestino por su sector territorial en Palestina asignada por La ONU. Pretende hacer desaparecer a Israel y constituir una Palestina islámica en todo el territorio. Su acción sanguinaria corroe el proceso de los palestinos que suscribieron la declaración de independencia. Un castigo al pueblo palestino resulta la “venganza”, Netanyahu dixit, para Hamas, que sufre el pueblo de Gaza.

Conclusión

Naciones Unidas, apenas con dos años de vida en 1947, tenía la oportunidad de exhibir como gestión y obra un “David” en el labrado del bloque de mármol de la Palestina del mandato británico. No lo supo hacer. Dejó hacer. Hasta guerras. El mármol con el esclavo a medio tallar (non finito) representa el fracaso total de la gestión encomendada cuando se dio a luz la resolución de partición hace 76 años.

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Carlos Duguech - Periodista, escritor y analista internacional.